19 de febrero de 2013

23-F, LA TRAMA CIUDADANA

Al menos en esta ocasión no esgrimen una Star
Por Marat
Quién tenga menos de 40 ó 45 años tendrá un recuerdo muy difuso del 23-F de 1981, si tiene edad para haberlo vivido, y seguramente buena parte de él haya sido inducido por los medios de comunicación y por lo que le hayan comentado las personas de mayor edad.

Es curioso cómo opera esto de la desmemoria sobre la historia. El 5% de los escolares ingleses cree que Hitler fue un entrenador de fútbol y la mitad de los jóvenes alemanes de 15 años piensa que fue un político democrático. Si se hiciera una encuesta entre jóvenes españoles sobre quiénes fueron Franco y Tejero sospecho que no habría grandes diferencias. Algo muy similar creo que sucede con la fecha del 23-F.

No creo que los jóvenes españoles tengan un conocimiento mucho más inexacto de estos “personajes” de nuestra historia que much@s tallud@s cuarenton@s pero estoy convencido de que casi ninguno ignorará quién es Belén Esteban o Messi. Tengo la sensación de que desconocer a unos y conocer a otros tiene algún  tipo de relación.

La memoria es selectiva. Desecha lo que no le interesa y guarda lo que sí pero incluso lo que atesora lo hace de un modo deformado, a menudo profundamente falso. Sea esta falsificación o esta ignorancia de los hechos del sistema educativo (uno de los aparatos ideológicos del capitalismo), de los medios de comunicación, especializados en la desmemoria, de la amnesia ideológica de las izquierdas o de cualquier otra cuestión.

El 23-F de 1981 lo vivimos quienes entonces éramos militantes de izquierdas, sindicalistas o simples demócratas como un instante de locura en el que llegamos a temer por nuestras vidas, de haber triunfado el tejerazo, aunque sí lo hiciera el otro golpe, el que terminó de institucionalizar definitivamente los cauces de una reforma política en la que las cartas estaban ya marcadas.

Algo sabemos algunos de las listas que los grupos de ultraderecha redactaron en la tarde/noche de ese día de 1981 sobre candidatos a los que dar el paseo en ciudades y pueblos de este país. Por este motivo nunca hemos frivolizado con la fecha del 23-F. No porque le tengamos respeto o nos quede un irracional temor hacia la misma sino porque conservamos la memoria intacta de lo que aquello significó.

Dice George Lakoff, lingüista y autor del conocido libro “No pienses en un elefante”, hombre que es una referencia para ciertos sectores de la progresía antiglobalización, de los indignados y de la socialdemocracia –más socialdemócrata cuanto más se reivindica como izquierda alternativa o radical- que “nunca hay que discutir con el adversario utilizando su lenguaje, porque implica su marco, no el tuyo”.

Y no le falta razón en esta cuestión, al menos cuando quienes convocan el 23-F, “contra el golpe de los mercados” pretenden denunciar algo, jugando en un marco referencial o mental, en palabras de Lakoff, que aparentemente no es el suyo.

Y digo aparentemente porque merece la pena revisar el currículo de algunos de sus convocantes.

El primero al que quiero referirme es al Movimiento FUE (Funcionarios Unidos de España), que ahora ha modernizado su logo, tenía en origen éste, como así se aprecia en un blog interesado en el mismo. Por cierto, ¿les dije que este “movimiento” se planteó desde su inicio –ignoro si sostiene aún el tal proyecto- convertirse en partido político? Uno de tantos engendros que el mundillo “indignado” ha producido, entre los que el último ha sido la frikada del Partido X

Es interesante ver en qué tipo de foros se presentó este movimiento. Un foro de policía -últimamente en los foros de la policía se encuentran cosas curiosas, incluso alguna “garganta profunda” (en su doble acepción cinematográfica)-, que acoge la idea del movimiento FUE con entusiasmo. También en un foro de funcionarios de prisiones. No dudo de que se habrá hablado de este “movimiento” en otros foros de funcionarios de ocupación menos represiva e incluso en foros de colectivos funcionariales que se hayan caracterizado por su defensa de las conquistas sociales. El pluralismo es una característica social y colgar un texto de cualquier orientación es algo que no señala ideológicamente a un foro abierto. Puede hacerlo de modo más marcado la dedicación específica del propio funcionario. No creo que la policía sea un nido de rojos.

En el foro específico del grupo, que no parece tener últimamente demasiado movimiento, pueden apreciarse algunas imágenes dinámicas de dudoso nivel democrático. 

Tejero se sentiría orgulloso de ellos
Remiten a la vieja idea ultra de que sobran los políticos –es decir, la representación pluralista de la sociedad- y no dudan incluso a la invención estúpida y falaz de la comparación de 450.000 políticos (ya nos contarán de dónde los sacan y a quiénes llaman políticos) y los supuestos 100.000 en Alemania, cifras que en su día se inventó el ABC y que no era raro encontrarse en las manifestaciones y cortejos den la 15Memez. Una idea coherente con elegir la fecha del 23-F para esta convocatoria.   

Es sospechoso que este movimiento autodenominado FUNCIONARIOS UNIDOS DE ESPAÑA, aparezca enlazado, con su logo ya actualizado, en el margen izquierdo de la web de la Plataforma en Defensa de las Escalas Auxiliares (PEDEA), que tiene una particular interpretación de la Memoria Histórica (la asentada en los textos de la sublevación de Franco, en su “Manifiesto de Canarias”, y en un texto antipartidos de José Antonio Primo de Rivera). Ya está Marat con sus conspiranoias, dirá el “inteligente” indignado de turno. Y añadirá: que estos militares pongan un enlace a la FUE no significa nada. Lo hacen porque ellos son funcionarios. El caso es que no se les ha ocurrido poner el enlace de un sindicato de clase, que aunque esos militares no se puedan sindicar, indicaría otra preferencia ideológica diferente. ¿O no?

Diría, siguiendo el razonamiento del señor Lakoff que, posiblemente, el movimiento FUE cuando apoya la fecha del 23-F para el llamamiento “indignado” no esté utilizando ningún lenguaje ni marco ajeno. 

Quisiera detenerme ahora en otro de los convocantes: la Asociación DRY (ADRY), escisión de los “DRY Original”, los que decían lo de “ni de derechas ni de izquierdas”, que en su nueva mutación reafirma en su declaración de principios:  “Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… En definitiva, como colectivo, no somos de izquierdas ni de derechas”. Pero que en realidad no es sino la reedición actualizada del destilado ideológico que José Antonio Primo de Rivera expresó en 1933 en el cine de la Comedia de Madrid. En cuanto a las conexiones de la Asociación DRY con el fascismo, quedan éstas bien documentadas para quiénes deseen conocerlas. Y les sugiero que las lean con detenimiento.

Está claro que ADRY piensa en un elefante, con el yugo y las flechas inscritos en su lomo, como también que para ellos participar en este engendro del 23F es motivo de orgullo y un acto de pura coherencia política, la que le falta a las indecentes “izquierdas”  que se encaman con este tipo de grupos.


Después de todo esto no debe sorprender a nadie que el digital Público, en un evidente lapsus de su propio inconsciente aluda a la convocatoria como una “conmemoración del golpe de Estado militar de 1981”

Para que no falte de nada, en la convocatoria nos encontramos a los Anonymous España, ese grupo opaco, conspiracionista, franquicia de ese extraño grupo de hackers que divulgaba aquellos vídeos gritones, de voz meliflua y andrógina que amenazaba a medio mundo con las peores catástrofes desde el Diluvio Universal y que hace un tiempo lanzó la amenaza de acabar con facebook...¡sí señor, con un par!...de neuronas entre todos ellos. Ahora hacen vídeos moñas con pingüinos que van a las manifestaciones de las Mareas Ciudadanas del 23-F 

De los Anonymous no sabemos mucho pero sí que ha trascendido a los medios de comunicación la existencia de infiltrados y chotas largones que han denunciado a sus propios compañeros. Eso cuando no es la propia policía la que se infiltra en la organización directamente. G.K Chesterton, autor de una magnífica literatura policíaca, escribió hace muchos años (no existía Internet. A lo sumo la máquina de escribir, a la que podría añadírsele una vela de tela para navegar) una divertida novela de intriga llamada “El hombre que fue jueves”. En ella un Consejo Central Mundial Anarquista estaba formado por 7 personas, cada una con un nombre distinto de la semana. Jueves, un policía infiltrado, descubriría que otros 5 miembros del Consejo, manejados por Domingo, lo eran también y que, en lugar de luchar contra los anarquistas, luchaban entre sí. Interesante parodia premonitoria de esas sociedades secretas online actuales, como el propio Anonymous, en las que puede entrar gente como el señor Cosin Álvarez, del que ya hablamos en su día, dirigente de ADRY, ex dirigente juvenil empresarial y ex dirigente PPepero andaluz que pertenece o a pertenecido a la comisión legal del 15M en Málaga.  

Prosigamos. Centrémonos ahora en lo verde, que lo verde, además de ser “color de esperanza” (como le cantaron en un viaje a Madrid los chicos de la JMJ, que se abrazaron los de la Comisión de Espiritualidad de Sol del 15M, al ahora dimitido Jefe de los Católicos, Joseph Ratzinger) es muy sano, como las acelgas. 

En inglés, “mareas” se dice “tides”. Tides es una estructura no gubernamental norteamericana, ligada a los globalistas y compuesta por la Fundación Tides, el Centro Tides y la Red Tides. Las tres estructuras financian a distintos grupos y organizaciones de la “progresía” integrada (en USA especialmente al Partido Demócrata y filiales) y “cumbayá” a nivel mundial. 

Aunque el fundador de Tides es el empresario “filántropo” Drummond Pike, esta organización es una más de las muchas tapaderas que el financiero y especulador internacional George Soros, uno de los responsables de las quiebras fiscales que han sufrido distintos Estados del mundo desde los años 80 del pasado siglo, líder de la Open Society, que apoyó la revolución naranja de Ucrania y es un declarado anticomunista. 

Tides es también un centro captador de recursos de otras Fundaciones capitalistas y billonarios a los que ofrece opacidad fiscal, al igual que a las organizaciones pseudoprogres a las que financia.

En estos tiempos de corrupciones económicas a los cínicos beneficiarios de sus inyecciones financieras les parecerá menos malo recibir dinero de la Fundación de un financiero criminal porque no es directamente un político el mecenas, obviando que ellos son tan corruptos como los partidos financiados por el capital. Algo coherente con su populismo demagógico de hablar sólo de corruptos pero no de corruptores (capitalistas). 

Se ha denunciado con frecuencia que grandes capitalistas y medios de comunicación capital hayan apoyado desde el primer momento las revoluciones de colores de los indignados, poniendo medios los primeros (dinero, formación de ciberactivistas, infraestructura de telecomunicaciones,...), convocando sus manifestaciones-performances los segundos, pero apenas se ha establecido el hecho de que las fundaciones globalistas actúan también como proveedores ideológicos de estos movimientos. Su gandhismo moñas (obviando quién era realmente Gandhi), su negación de la lucha de clases, su oposición de “democracia participativa”  (que al final son cibervotaciones, referendos e ILPs) a formas clásicas de organización (partidos y sindicatos), su concepto del “ciudadano global”, disolvente del concepto clase y de la identidad de clase como elemento nuclear del conflicto social y económico, son algunos de sus referentes ideológicos centrales, que los “mareados indignados” reproducen como descerebrados papagayos.
 

Parecidos razonables. La Marea Verde fue la primera de todas
las "Tides" en el Estado español
El fenómeno de los movimientos llamados mareas, en los que las organizaciones políticas y sociales se difuminan dentro de una masa amorfa y anónima, en nombre de una sacrosanta unidad sin debate real sobre proyecto político definido, y la dirección real del movimiento se hace opaca, asindical y postpartidos (cuando no abiertamente antisindical y antipartidos), no es nuevo. En América Latina se conoce desde hace algunos años. 

Y en España llevan tiempo planteándose como el nuevo sindicalismo; eso sí, ajeno a las divisiones izquierda-derecha, ciudadanista perdido y muy cuidadoso de que la palabra trabajadores, que citan sólo ante la presión externa, tenga algo que ver con la lucha de clases. De vendernos esa moto última ya se ocupan las “izquierdas” sistémicas, claudicantes, “indignas” y degeneradas, que harán lo posible porque no les echen a patadas en el culo de las mareas, un lugar en el que marearse ideológicamente.

El caso es que cuando uno visita la web de Tides, “The Tides”, para dejar más claro que hablan de “las mareas” en concreto, se encuentra con que subvenciona a Greenpeace, (campamento de acción de Greenpeace) uno de los convocantes del 23-F.

Sabiendo que Juan López de Uralde, ex presidente de Greenpeace, es ahora uno de los máximos prebostes de ese remedo de Die Grünen por la derecha  llamado EQUO (que también convoca al 23-F), uno se pregunta si también la fundación de George Soros, TIDES, le subvenciona.

Pero, desde luego, tengo sospechas de otros “verdes”, como Ecologistas en Acción, que también convocan al “evento”, no estén recibiendo algún  tipo de apoyo de Tides en forma, por ejemplo, de material didáctico.

De ATTAC, otro de los convocantes, ya estableció Michael Chossudovsky sus conexiones con las élites globalistas que financian los movimientos antiglobalización.

Plebiscito Vinculante (Plebiscito Ciudadano) y Partido Pirata (ambos también la convocatoria) son opciones claramente sistémicas que, ante la crisis capitalista que paga la clase trabajadora, andan vendiendo sus porquerías de la democracia líquida y participativa, reformitas institucionales “ad hoc” y referendos varios.

Los primeros intentaron uno en Agosto de 2011 en la Puerta del Sol e hicieron poco el ridículo porque, como no les conocen más que en su casa a la hora de comer, casi nadie se enteró de que lo de sus urnitas acabó antes de empezar.

En cuanto a los “piratas” son una franquicia de un “movimiento internacional” para la captación del voto de los jóvenes analfabetos políticos (en Alemania, después de su despegue electoral parece que les ha llegado el bajón), que abundan a patadas. Se definen como superadores de la dialéctica izquierda-derecha, es decir, de derechas. En alguna de sus webs se definen como un tanto frikis.
Quisiera ahora referirme a otro de los convocantes del 23-F, la ya sagrada e intocable PAH, con su Juana de Arco aún más intocable, la señora Ada Colau.

El día en que compareció en el Parlamento las redes sociales repetían  el mismo mensaje: “lo que diga Ada Colau sí me representa”. A mí no me representa una señora que expresa con claridad su ideología cuando afirma que “este país no va a salir jamás de la crisis si a miles y miles de personas se les expulsa del sistema”. No creo que la señora Colau se haya “colao” al afirmar esta cuestión. Pienso, por el contrario, que la señora Colau cree en el sistema, que no es otro que el capitalista, por encima de lo que diga en otros momentos. Y lo afirmo porque la Dación en Pago, producto estrella de la PAH, más allá de su demanda de retroactividad, del tema de los alquileres sociales y de las moratorias que también proponen, dicho de un modo cortés pero fácilmente comprensible, es una M-I-E-R-D-A que respeta el propio concepto de propiedad del sistema capitalista y la soberanía de la deuda sobre el derecho humano a la vivienda

La Dación en Pago consiste, en síntesis, en “le perdonamos lo que le falte por pagar de la hipoteca (independientemente de cuánto se haya pagado hasta el momento), nos quedamos con su piso y usted se va a la puta calle”.

La integración social de la persona pasa por dos cuestiones principales: tener un trabajo y tener una vivienda.

Las personas no se están suicidando porque les quede pendiente de por vida una deuda hipotecaria, como últimamente pretenden insinuarnos la PAH y algunos medios de comunicación del sistema afectos a dicha organización. Las personas se están suicidando porque al perder su vivienda, pierden su futuro, su integración social, un lugar físico al que pertenecer y un espacio que les dé cobijo y protección, quedando para ellos la calle como terrorífica expectativa.

Frente a la reaccionaria Dación en Pago que defienden la señora Colau y la PAH, una medida justa hubiera sido la de defender una moratoria (no ese sarcasmo de moratoria que aprobó el PP) a toda persona que no pueda pagar su primera vivienda en tanto que no disponga de medios económicos para hacerlo. Y la vuelta al pago de su hipoteca sin penalización alguna cuando su situación de penuria económica se haya superado. En ningún caso, puedan o no llegar a pagar su vivienda en el futuro, deberían perder su vivienda ancianos, minusvalidos o menores.

Esta medida ni siquiera sería revolucionaria sino socialdemócrata (yo no lo soy) pero sí que sería justa y protectora para los golpeados por la crisis del capital, que es principalmente la clase trabajadora.

La crisis inmobiliaria y capitalista en el Estado español, que ha provocado el desempleo de 6 millones de personas, y el recorte salarial de muchos otros, no la provocaron los hipotecados que pierden o perderán sus casas. Por tanto, soluciones globales y colectivas que protejan su derecho a la vivienda son moral, económica y políticamente necesarias para todos los afectados.

Señores, no es cierto lo que dice Pablo Iglesias Turrión cuando afirma que “la PAH ha disparado con éxito al corazón del Capital, al hacer incuestionable entre los ciudadanos la idea de que el derecho a la vivienda debe estar por encima del derecho a la propiedad”. La PAH y la señora Colau han reconocido, mediante su propuesta de la Dación en Pago que la deuda debe pagarse, al entregar el piso a cambio de la condonación de la deuda. El resto de propuestas, para evitar el desahucio, son parches que no niegan esta aceptación.

Entiendo que personas, a algunas de las cuales, por cierto, ha defendido la PAH, con segundas y terceras viviendas, otros con casas de un millón de euros, deban pagar con su vivienda, aunque tampoco ellos deban perder el derecho a un techo bajo el que vivir.  

Otro convocante del 23-F es el Frente Cívico del iluminado Anguita. Hay que recordar que este señor ha dejado claro que no quiere sólo gente de izquierdas en su organización, que renuncia a la dualidad izquierda-derecha, que cree que la lucha política actualmente hay que llevarla en clave de “ciudadanismo” y no de clases sociales, que es también transversal y partidario de integrar a las clases medias en su movimiento, como el 15M que le acompañará en esta mascarada de convocatoria.

Por último, quiero referirme a dos sujetos políticos de la convocatoria: los sindicatos mayoritarios y los partidos de “las izquierdas”

En cuanto a los sindicatos mayoritarios, que no aparecen en la convocatoria, pero que irán camuflados y sin verdadera identidad en unas mareas que les atacan frontalmente, que ya reflexionan sobre el hecho de que ellas son un nuevo tipo de sindicalismo (amarillo) y que acabarán llamando a huelgas generales, ante la resistencia de los primeros a hacerlo en cada ocasión, no sorprende encontrarlos en la marcha del 23-F. Su reformismo claudicante se da la mano con las revoluciones de colores que son a la auténtica revolución social lo que la aspirina al cáncer.

Respecto a “las izquierdas” que asistirán a la conmemoración de la tejerada, hace tiempo que las definí como sistémicas y degeneradas respecto a su identidad de clase, su ideología y proyecto de sociedad. De ahí que nada pueda sorprenderme ya de ellas. 

“Contra el golpe de los mercados”, que los convocantes limitan a los financieros, para no ir contra todo el capitalismo, no habrá una movilización que merezca la pena secundar si no ataca, desde una posición de clase (trabajadora), las raíces que sustentan la base material del capitalismo, la propiedad privada, opone frente a ello un proyecto realmente anticapitalista y se apoya en identidades reconocibles, no amorfas y sin encamamientos con amistades peligrosas que, en unos casos, tienen más que ver con la nostalgia por el tejerazo y, en otras, con reformistas alimentados por las elites liberales y globalistas.